Opinión

Newtral, Maldita... ¿Quién controla a los controladores?

Ana Pastor

Determinar si una noticia es veraz o si colisiona con algún derecho fundamental es tan complejo que algunos litigios sobre este asunto se han extendido durante años. Sin embargo, al albur de la preocupación internacional sobre la expansión incontrolada de las paparruchas -llamadas hoy fake news- se han popularizado las empresas de fact-checking. Es decir, las que se encargan de comprobar si las noticias que publican los medios de comunicación o las cadenas de mensajes que circulan por las redes sociales son veraces o no.

Entienden unos cuantos que esta labor es necesaria. Es de suponer que por la imposibilidad de localizar a quienes inician el bulo o por la lentitud con la que avanzan los procesos judiciales. Sin embargo, este articulista no lo tiene tan claro.

No será en esta columna donde se haga un innecesario ejercicio de corporativismo, pues defender la labor de una buena parte de los medios de comunicación implicaría disponer de unas tragaderas gigantescas. La profesión está tan herida por sus vicios, su ruina económica y sus corruptelas que difícilmente resistiría un 'test de estrés'. Sin embargo, convendría analizar la labor de estos nuevos 'garantes de la verdad' que son los servicios de fact-checking, dado que existe una cuestión que genera muchas dudas: ¿son realmente estas empresas neutrales? En otras palabras: ¿juzgan con el mismo rasero a unos medios y a otros?

Sorprendió el pasado viernes el informativo de las 14.20 horas de La Sexta con una noticia sobre el ingreso mínimo vital que defiende una parte del Gobierno. La pieza aseguraba lo siguiente: “Satisfacción entre los sindicatos y malestar entre los empresarios. La patronal, CEOE, ha plantado hoy al Ministerio de Trabajo en una reunión”. Rápidamente, aparecía el testimonio de un profesor universitario, que afirmaba: “Me parece increíblemente mezquina la actitud de los empresarios. Me parece que tenemos la obligación de ayudar a las familias que más lo necesitan”.

La actitud que se le atribuía a la patronal era errónea, pues, tal y como detalló en un comunicado, el motivo por el que no acudió a la reunión fue su desacuerdo con la propuesta partidista de Unidas Podemos, no con la posibilidad de negociar una renta básica. Es evidente que dar credibilidad o no a ese argumento forma parte del criterio de cada cual, pero, hombre, obviarlo a la hora de hablar de la postura de la CEOE no parece lo más adecuado. Ninguno de los verificadores analizó esta información.

Tiempo de 'fake news'

Quizá la labor que realizan estas empresas de fact-checking sea necesaria en tiempos en los que cualquier bulo 'asusta-viejas' puede generar inquietud entre la población más desinformada. Sin embargo, merecería la pena hacer una reflexión sobre la parcialidad o la imparcialidad que demuestran estas empresas. Una de ellas, Newtral, está encabezada por Ana Pastor, que presenta el programa El objetivo, de 'La Sexta'. La misma cadena que expuso esa 'verdad relativa' sobre la CEOE. Conviene volver a plantear la pregunta anterior: ¿tratan estas empresas por igual las informaciones 'sospechosas' de todos los medios?; ¿serán igual de beligerantes con una noticia de La Sexta que con una de Vozpópuli?

Este medio de comunicación ha sufrido esta semana un contratiempo después de que otro de los verificadores que trabaja para Facebook, Maldita, calificara como bulo una información que no lo era. Eso provocó que cualquier usuario de esta red social que entrara en la 'página' específica de este periódico recibiera un mensaje en el que se alertaba de que el artículo era tóxico.

La noticia se titulaba: 'Estas son las organizaciones que determinan qué es un bulo y qué no en Facebook, propietaria de WhatsApp'. Entre estas entidades se encuentra Maldita. Es decir, la misma empresa -es una fundación en realidad- encargada de determinar si una información es verídica o falsa era citada en la información, sin que ninguno de sus miembros apreciara -o al menos manifestara- la existencia de ningún conflicto de interés en esta acción.

No merece la pena abundar más en este asunto, dado que, evidentemente, Vozpópuli considera que tiene razón en este asunto y aquí se explican sus argumentos; y en Maldita creen que actuaron con diligencia y así lo detalla uno de sus fundadores en redes sociales. La clave es si este tipo de empresas están legitimadas para realizar juicios sobre las informaciones de los medios de comunicación que, en muchos casos, sólo se aclaraban y se aclaran tras un largo proceso judicial. El debate no ha surgido ahora, dado que también se produjo cuando se pusieron en marcha reguladores como el Consejo Audiovisual de Cataluña. Entonces, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPEcriticó que asumiera competencias que le pertenecen a los tribunales.

Por otra parte, quizá merezca la pena plantear la cuestión relativa a quién controla al controlador. Tanto Newtral como Maldita como AFP están adscritas a la International Fact-Checking Network y eso obliga a cumplir un código ético que exige “no partidismo y equidad”. ¿Puede ser ecuánime un verificador como Newtral, con una relación probada con un medio de comunicación al que supuestamente también 'audita'?

Después de que se iniciara el conflicto entre Vozpópuli y Maldita, este periódico contactó con Facebook España para obtener una explicación sobre el modus operandi que se sigue en los casos en los que un periódico está en desacuerdo con la decisión de uno de estos verificadores. Su respuesta fue la siguiente: Facebook no puede solicitar a su 'proveedor' que adopte una decisión distinta a la que han decidido sus miembros.

Versión de Maldita; Newtral, calla

Este periódico envió el martes dos cuestionarios a Newtral y Maldita para aclarar una serie de cuestiones sobre sus rutinas y sus códigos de funcionamiento. Con la primera empresa contactó a través de su correo genérico y de un mensaje a su fundadora, Ana Pastor. Sin embargo, no obtuvo respuesta alguna.

No es el caso de Maldita, que a través de Clara Jiménez ha defendido la labor que realizan con la empresa Facebook. En este sentido, ha negado que este verificador 'vete' el acceso a ningún contenido: “Nuestra labor consiste en catalogar con pruebas y hechos contrastados lo contenidos falsos. A partir de ahí es Facebook quien le pone un aviso al contenido: si quieres leer el desmentido de Maldita.es o quieres seguir leyendo lo que hemos calificado. No se borra el contenido y se puede seguir accediendo, compartiendo y leyendo el mismo”.

A la pregunta sobre el número de 'bulos' que han detectado en cada medio de comunicación, Jiménez ha declinado ofrecer datos o impulsar 'listas negras'. Ahora bien, ha defendido la neutralidad de Maldita: “Nuestra función no es señalar y perjudicar a los medios de comunicación y las páginas web, sino ayudar a mejorar el ecosistema informativo”.

Pocos minutos después de responder el cuestionario de este periódico, Jiménez publicaba un artículo en el que figura la respuesta a algunas de las preguntas que se le habían planteado desde este periódico. Se puede acceder a través de este enlace.

Cifras de negocio

¿Es rentable el negocio de los verificadores? En el caso de Maldita, sus cuentas de 2018 recogen unos ingresos de 34.831 euros a través de 'subvenciones, donaciones y legados imputados a la actividad' y un resultado de 39.522 euros.

En el de Newtral -que no ha atendido a este periódico-, su facturación en 2018 fue de 3,8 millones de euros y sus beneficios, de 868.857 euros. Su plantilla estaba compuesta, entonces, por 35 personas y su gasto en personal fue de 1,7 millones.

Algún propagandista ha tratado de difundir ese 'bulo' para restar legitimidad a la crítica que en estas páginas se ha realizado hacia el Gobierno por su gestión de la pandemia

Desde estas empresas han criticado estos días la campaña de desprestigio que han iniciado contra ellos algunos portavoces de Vox. También influencers como Alvise Pérez. Evidentemente, no comparto el acoso y derribo bajo ninguna circunstancia. En cualquier caso, algunos medios de 'izquierdas', entre ellos La Sexta, han demostrado en las últimas semanas una especial querencia por relacionar toda línea editorial crítica con el Gobierno con la ultraderecha, en un lamentable ejercicio de macartismo que resulta absolutamente injusto para medios como este, en cuya hemeroteca se pueden encontrar informaciones criticas con todos los partidos del arco parlamentario.

No hay nada más peligroso que la unanimidad ni nada más malévolo que equiparar a quienes hacen agitprop de partido con quienes informan cueste lo que cueste, pese a que ello les obligue a pagar peajes profesionales, personales y económicos. Quizá el hecho de que una información de este periódico fuera 'señalada' por Maldita el pasado lunes pueda hacer pensar a algunos que en este diario se escribe de parte. O quizá algún propagandista malintencionado haya tratado de difundir ese 'bulo' para restar legitimidad a la crítica que en estas páginas se ha realizado hacia el Gobierno por su gestión de la pandemia.

Desde luego, las situaciones de dificultad son perfectas para que los oportunistas medren. Y alguno, desde su púlpito mañanero o su cuenta en redes sociales, parece haberse echado al monte.