Economía

El futuro de las tabacaleras: los cigarrillos electrónicos aportará el 50% del beneficio

Un cigarro electrónico de última generación, que no genera humo sino vapor

El sector del tabaco busca reinventarse. La industria vive una revolución influenciada por la evolución de la tecnología, los cambios sociales y la mayor conciencia de salud pública. Por ello, las principales compañías trabajan para adaptarse a los nuevos tiempos y la clave se encuentra en los conocidos como Productos de Nueva Generación, NGP en sus siglas en inglés.

Sus estimaciones es que alternativas como los vapeadores, conocidos de forma vulgar como cigarrillos electrónicos, o el tabaco calentado aporten el 50% de sus beneficios en los próximos años. Un futuro donde recogerán los frutos de su inversión. Las dos principales compañías del sector, Phillip Morris International (PMI) y British American Tobacco (BAT), han invertido cerca de 3.000 millones de dólares en los últimos seis años en la investigación y desarrollo de los NGPs. 

Según explican desde BAT, estos productos son un "triple éxito" para la industria. "Para los consumidores, que tienen a su disposición un amplio portafolio de productos de potencial menor riesgo. Para sociedad, ya que tienen el potencial de reducir el riesgo y las enfermedades relacionadas con el tabaco tradicional. Y por último, para los inversores, ya que son un producto más rentable y permiten la sostenibilidad del negocio", valoran desde la compañía.

La industria reclama una fiscalidad y un sistema regulatorio específico para este tipo de productos

En su caso, los productos de nueva generación supusieron un 2% del margen neto de la compañía en 2017, superando el 1% del ejercicio anterior. Para 2018, la estimación de British American Tobacco es que estos productos generen entre el 3 y el 5% en 2018, el 30% en el año 2020, y se alcance la cifra del 50% de su margen neto en el año 2050. 

Menos nocivo que el tabaco tradicional

Los cigarrillos electrónicos son un 95% menos dañinos para la salud que fumar tabaco convencional, según informa Public Health England, una agencia ejecutiva del Departamento de Salud y Asistencia Social del Reino Unido. “Vapear supone un considerable menor riesgo que fumar y pasar del tabaco convencional al vapeo supone unos beneficios considerables para la salud”, describe este organismo en su estudio.

Con esta valoración, no es de extrañar que el Parlamento Británico decidiera incluir los cigarrillos electrónicos como prescripción médica para ayudar a los fumadores a dejarlo. Los políticos ingleses han propuesto hacer más flexible las leyes relacionadas con los cigarrillos electrónicos o 'vaping' cómo un método para dejar de fumar.

"Tanto los dispositivos de tabaco sin combustión como los vapeadores no normalizan el acto de fumar y no suponen una puerta de entrada para aquellos que nunca habían fumado", señalan desde la industria. Además, añaden que "según los especialistas no hay evidencias de que el vapor tenga efectos perjudiciales para terceros".

Un amplio porfolio 

Las dos principales compañías cuentan en el mercado con sofisticados productos para dominar el sector del NGPs. En el caso de Philip Morris, distribuidora de Marlboro, cuenta en sus filas con iQOS, un nuevo dispositivo de tabaco sin humo ni combustión, pero con un sabor muy parecido al del cigarrillo tradicional. BAT compite en este terreno con Glo, que también calienta el tabaco y reduce así en un 97% sus emisiones perjudiciales está desarrollando tres productos distintos.

British American Tobacco también cuenta en sus filas con Vype, un vapeador o cigarrillo electrónico que presenta distintas variantes. Su uso es sin tabaco, pero sí contiene nicotina. Por ello, los datos que ofrece la compañía es que con su uso se reduce la toxicidad en un 99% respeto al cigarrillo tradicional. En esta línea, también cuenta con el producto I-Fuse, que funciona también como un vapeador, pero con tabaco.

BAT ya opera con este tipo de productos en 14 mercados. Su reclamación, y la del sector, es poder contar con una fiscalidad y un sistema regulatorio específico para este tipo de productos. Unos productos que consideran una alternativa al tabaco tradicional y no implican que haya una puerta de entrada para nuevos consumidores. Si las administraciones no crean este marco será difícil que las compañías puedan alcanzar sus previsiones.